Esto ya dura demasiado. Pablo Casado debe coger el móvil y llamar a Santiago Abascal. Hoy mejor que mañana. Ya no vale un whastapp, tienen que hablar. Las fricciones entre los dos partidos sólo pueden arreglarlas ellos dos a solas, por arriba, y que los de abajo apechuguen. Se conocen de siempre, un mínimo del afecto roto todavía puede repararse: pactar elementos básicos de la relación y contar con un teléfono rojo para desactivar las crisis espontáneas de agraviados y talibanes. PP y Vox compiten en una disputa legítima por la bolsa de votos compartida, eso provoca roces inevitables y tensiones personalistas. Normal, pero Casado y Abascal pueden corregirlas, suavizarlas, obligar a los suyos a respetarse, entenderse, ceder y hasta...
Ver Más