PESTAÑA madrid-barcelona-j21-euroliga-22/23 Crónica 4 El enésimo arranque de orgullo de Llull -13 puntos en el último cuarto- y la exhibición de Musa en la prórroga (autor de 9 puntos en el tiempo extra) sepultaron los complejos del Madrid ante el Barcelona. Los blancos, que venían de perder los dos últimos clásicos, fueron a remolque durante 34 minutos, pero supieron esperar su momento para tumbar al ogro azulgrana. Victoria que refuerza a los de Chus Mateo y que reabre las dudas en torno a la consistencia del proyecto de Jasikevicius. Había asientos vacíos en el WiZink Center y eso, tratándose de un clásico, era novedad. Impensable hace solo unos días y más con las entradas vendidas hace tiempo. El adelanto del inicio , para no coincidir con el derbi futbolero del Bernabéu, trastocó los planes de muchos aficionados y eso se notó, sobre todo en los primeros minutos. El ambiente desangelado acunó al Barcelona, cuya puesta en escena fue arrolladora. Llovían los puntos en la canasta azulgrana, con un acierto altísimo que no encontraba réplica en su rival. Era incapaz de anotar el Madrid, cuyo único torrente ofensivo llegaba en las manos de Tavares , autor de las tres primeras canastas blancas (6-18, min.5). Su paso por el banquillo tras cometer la segunda personal, obligó a Musa a dar un paso adelante. Lo hizo el bosnio, con cinco puntos consecutivos que dieron inicio a un parcial de 10-2 para su equipo, en el que Deck fue la estrella principal . La exhibición del argentino no sirvió para estrechar el margen, porque la puntería de los de Jasikevicius seguía al alza (16-25, min. 12). Era una orquesta el Barcelona, afinada por la batuta de Satoransky , que se encontró en el triple con su mejor aliado. Cuando se acercaba el Madrid, respondía el Barça desde el perímetro, con una amenaza que resultó una pesadilla por momentos. Gran acierto exterior del Barça A pesar de la rotación, nadie anotaba en el Madrid más allá de sus tres tenores. De hecho, solo Rudy -con un triple mediado el segundo cuarto- y Hezonja , al borde del descanso, sumaron para los blancos antes del paso por los vestuarios (32-39, min. 20). En el Barça, nadie pasaba de los siete puntos y casi todos los jugadores habían anotado ya en la primera mitad. Da Silva y Higgins -extraño verle con la estadística a cero- se fueron sin alegrías en su casillero personal. Enfrente, todo lo contrario, lo que dejaba entrever cierto atasco madridista a la hora de encontrar la canasta. La revolución blanca tras el descanso, comandada por el Chacho , la sofocó Kalinic desde el perímetro (por encima del 50% de acierto en ese momento el Barcelona). El Madrid se había acercado a solo dos puntos con tres fogonazos plenos de orgullo y talento, pero el serbio fulminó el intento de remontada con dos triples consecutivos, a los que se sumó uno más de Satoransky (45-55, min. 27). Tenía que volver a empezar el equipo de Chus Mateo, que siempre fue a remolque y que daba la sensación de estar siempre un punto por debajo de su rival. En lo físico y en lo anímico. Reclamaba Rudy el apoyo de la grada , buscando equilibrar la diferencia que se veía en la pista. Un aliento que se hizo más evidente con el paso de los minutos, cuando el aspecto del WiZink mejoró. No le dio al Madrid para estrechar la diferencia, gigante aún antes de entrar en el último cuarto (50-59). Mágico Llull Para colmo blanco, Higgins se sumó al festival de su equipo, lo que empinó aún más la cuesta. Reto que electrocutó el corazón blanco, el arma más peligrosa del equipo. Solo así se entiende que los blancos se levantaran de la lona cuando nadie lo esperaba y volvieran a pelear por el partido. Así, y por Llull, el mejor cuando el duelo se vuelve loco . El base, que no había anotado aún, se desmelenó en el momento decisivo. Trece puntos consecutivos del balear, solo salpicados por dos canastas de Deck, pusieron a los blancos por primera vez por delante (69-67, min. 37). Un trance que se ralentizó por una falta en ataque de Tavares, que invalidó un nuevo triple del balear y despertó al Barcelona. La diana hubiera puesto a los blancos seis arriba, pero en su lugar apareció el temple de Higgins, que sumó cinco puntos seguidos para poner al Madrid contra las cuerdas (69-73, min. 39). Un minuto que se hizo eterno. Que fue un partido en sí mismo. Hezonja estrechó el margen y Llull, de nuevo Llull, empató desde la línea de tiros libres. Quedaban dos ataques más, uno por cada equipo, aunque los pasos de Mirotic lo fiaron todo al acierto del Madrid. Una última posesión que se multiplicó, por la pérdida de Llull que no supo aprovechar el Barcelona y que mandó el encuentro a la prórroga. Por entonces, habían desfilado ya unos cuantos aficionados, seguramente rumbo al Bernabéu , porque si no, no se entiende. Se perdieron un final eléctrico, en el que Musa se echó el equipo a la espalda. La primera vez que lo hace el bosnio en un partido grande. A su arrojo -nueve puntos en el tiempo extra- se le sumó el de Deck (magnífico el argentino durante todo el encuentro, el mejor), pero también el desconcertante final de Mirotic, extrañamente superado. Acumuló varias pérdidas el montenegrino que sepultaron a su equipo, incapaz de sobreponerse al enésimo arranque de orgullo de su rival. Triunfo balsámico que deja al Madrid en lo más alto de la Euroliga, que tiñe de blanco el clásico y que equilibra la cuenta de victorias entre ambos a solo unas semanas de la disputa de la Copa del Rey.