Ya sabíamos que nuestra democracia es el espectáculo más caro del mundo, pero Sánchez ha conseguido convertirla en un reality sobre Su Persona en el que los españoles sólo somos meros espectadores; y nuestros problemas, asuntos que no le importan a nadie. Me da igual que su hijo no pueda acceder a una vivienda: si no va a venir a Ferraz a corear a Raffaela Carrà y Quevedo, apártese y no moleste, señora. En la cabeza de Sánchez, echar el freno de mano y hacer derrapar a toda España debió de sonar genial; probablemente esperaba que, huérfano de su amor, el pueblo se echaría a la ca ...