Tras dos años de no-fiestas, como se ha venido a llamar a esos sucedáneos de festejos patronales, eventos anestesiados por la pandemia de covid-19, los ayuntamientos han decidido tirar la casa por la ventana con las celebraciones estivales de 2022. Pequeños municipios, de poco más de mil habitantes, han tirado de chequera para gastar altas sumas en contratar a artistas musicales de primer nivel y cuyo caché suele ser más apto para capitales de provincia. Uno de los casos más llamativos es el de ...