El concepto progreso aplicado a la política es inequívocamente comunista, aunque ha terminado siendo la divisa de todas las izquierdas y semánticamente un criterio de demarcación, que siguiendo el dictado de Stalin, divide al mundo político –también ahora en España- en dos categorías: los progresistas y los fascistas. La soberbia intelectual del “país de los soviets” planteó a Occidente y sobre todo a EEUU el desafío de comparar los logros materiales del comunismo frente a los del c ...