Carlos Sobera, de 61 años, es uno de los presentadores de televisión más queridos y uno de los rostros más importantes en este momento en Mediaset.
El presentador de ‘Secret Story’ y ‘First Dates’, que mide 1,80 m de altura, saltó a la fama en 1999, cuando trabajó en Antena 3, presentando ’50×15′ y después ‘¿Quién quiere ser millonario?‘, donde se hizo muy popular el modo de realizar las preguntas, arqueando las cejas. Este concurso se convirtió en el más visto de televisión en España en 2006 y le llevó a recibir dos TP de Oro.
El vasco, nacido en Baracaldo (Vizcaya) ha trabajado también en otras cadenas como Euskal Telebista (ETB) -donde comenzó junto a Anne Igartiburu-, en TVE y en La Sexta, pero además estudió Derecho, está licenciado por la Universidad de Deusto y fue profesor de Publicidad de la Universidad del País Vasco desde 1987 hasta 1997.
Sobera es un hombre polifacético, también es empresario teatral y actor. Su primer contacto con el mundo teatral fue en 1980 cuando creó, en Bilbao, el grupo La Espuela y representó varias obras. En el cine debutó en 1996 con La Veneno, en la película ‘Rigor Mortis’ de Koldo Azkarreta.
En marzo de 2016, Carlos se arriesgó a comprar por siete millones de euros el Teatro Reina Victoria de Madrid. El teatro está situado cerca de la Puerta del Sol y en él se representó la obra Cyrano de Bergerac. Esta adquisición la hizo mediante la empresa Arequipa Producciones.
El presentador la creó en 2003 y su mujer, la abogada Patricia Santamarina, se incorporó cinco años después. Las cuentas iban bien gracias a producir sus propias obras de teatro, pero en 2018 tuvieron muchas pérdidas y grandes gastos. Por ello, en este año lo vendió por 9,4 millones de euros a Pescaderías Coruñesas, cuyo fundador Evaristo García Gómez, según las liquidaciones del Registro de la Propiedad.
A pesar de la operación de compraventa, Sobera decidió alquilar el local y gestionarlo. El año pasado representó ‘Asesinos todos’, que Arequipa produjo con Pentación.
En la actualidad, se representa la obra de Jorge Javier Vázquez, ‘Desmontando a Séneca’, ‘El peligro de las buenas compañías’ con Carmen Conesa y Fernando Cayo o ‘Entre Copas’, con Juanjo Artero, entre otros.
Tras vender el teatro, el presentador y su pareja decidieron invertir en el negocio inmobiliario, en el ladrillo, aprovechando su gran éxito en televisión y elevados ingresos.
En 2021, compró dos pisos en la zona privilegiada del paseo de la Castellana de Madrid, muy cerca del Bernabéu. Las casas, que suman más de 600 metros cuadrados, están situadas muy cerca de Cuzco. El vasco pagó en total 3, 6 millones de euros, es decir 1,8 por cada uno de ellos, según publicó ‘La Razón’.
Uno de esos apartamentos es el que Carlos Sobera le ha alquilado a Fabiola Martínez, la exmujer de Bertín Osborne, según publica ‘Loc’.Justo este miércoles, la venezolana abría las puertas de su casa a la revista ‘¡Hola!’. La vivienda tiene casi 400 metros cuadrados y cuenta con cuatro habitaciones, cuatro baños, un enorme salón comedor, una cocina y una espectacular terraza.
Carlos Sobera tiene junto a su esposa Patricia Santamarina otra propiedad más, que adquirieron en mayo de 2011. Se trata de un bonito chalet ubicado en una parcela de 3.000 metros cuadrados en la urbanización de Ciudalcampo, situada en Colmenar Viejo (Madrid).
En este complejo residencial también han vivido otros famosos como David Bisbal, José Ortega Cano, Isabel Gemio, Olga Viza, Dani Martín, Víctor Ullate, Carolina Cerezuela y su esposo Carlos Moyà, Karim Benzemá o Jesús Hermida.
En el inmueble vive Carlos con su mujer, la hija que tienen en común, Natalia, de 11 años, y Arianna, de 24 años, aunque no es su hija la considera como tal ya que la conoció a la edad de 5 años.
La joven es fruto de la relación anterior de ella con Rody Aragón, uno de los míticos ‘payasos de la tele’, primo de Emilio Aragón. A Arianna Aragón la pudimos ver en televisión como azafata de ‘El precio justo’.
Carlos y Patricia comenzaron su relación en 2004. En 2015 celebraron una boda íntima en Tulum, Riviera Maya, en México. El presentador solo tiene una hija a pesar de que anteriormente estuvo casado con la farmacéutica Elena Casado de 1994 a 2002.
La pareja sufrió un duro revés el 4 de febrero de 2019, cuando la mujer de Sobera sufrió un derrame cerebral. Patricia tuvo que pasar varios días ingresada en la UCI. Un gran susto que le hizo tener otra visión de la vida: «Estoy perfecta, ha sido como una enseñanza de vida, estoy más contenta, más alegre, más optimista. No hay nada como que te den un pequeño susto para que empieces a valorar las pequeñas cosas un poco más. Y que agradezcas muchísimo todo lo que hacen los sanitarios», señaló en ‘El Español’ en esa época.
Los programas que ha presentado en Mediaset -‘First Dates’, ‘¿Quién quiere ser millonario?’, ‘Volverte a ver’, ‘Gran Hermano Vip’, ‘Supervivientes’, ‘El precio justo’, Las Campanadas, etc- le han llevado a alcanzar un gran éxito y una elevada cantidad de dinero. A ello hay que sumarle sus producciones y representaciones teatrales.
En todo este tiempo ha logrado crear diez empresas aunque solo han logrado sobrevivir tres.
La principal empresa de Sobera es Producciones Cinco y Acción S.L., destinada a vídeos corporativos, videoclips, servicios de streaming, producciones de cine, radio o televisión, etc. Cuenta con un patrimonio neto de cinco millones de euros en 2019.
Otra de las empresas es Natari Producciones S.L., dedicada a consultoría empresarial y representación artística. La mujer de Sobera aparece como administradora única y su marido ejerce de apoderado. El matrimonio obtuvo unos beneficios de 17.286 euros en 2020.
Entre las empresas que desaparecieron, se encuentra 4 Elementos Editorial, que se liquidó en 2021, y Librerías Huatulco. Ambas dedicadas a la venta al por menor de libros y material de papelería, perdieron 80.000 y 20.000 euros en un año, respectivamente.
Tampoco tuvo un buen final, Bonsai Producciones, con la que quería entrar en el mundo del entretenimiento infantil, ni Hirucamp Espectáculos SL, que creó junto a Pedro Larrañaga y otros socios para intentar hacerse con la gestión del Teatro Campos de Bilbao, un objetivo que finalmente desdeñaron.
