La infanta Cristina e Iñaki Urdangarin anunciaron su separación el lunes 24 de enero después de que salieran a la luz las fotos en las que él salía paseando de la mano de su compañera de trabajo, Ainhoa Armentia.
Cinco días después de que se destapara la infidelidad del exduque de Palma, la pareja emitió un breve comunicado en el que decían que habían tomado la decisión de mutuo acuerdo de la "interrupción de su relación matrimonial".
A pesar de que la revista '¡Hola!' publicó este miércoles que la hermana del rey Felipe VI está destrozada, que no sabía nada de la existencia de otra mujer y que no tenían ninguna intención de separarse, todo parece apuntar a que el matrimonio ya estaba roto desde hace algunos años, ya que tampoco convivían juntos a pesar de que él tiene el tercer grado desde el pasado mes de junio y ya no tenía que dormir en prisión.
Sin embargo, este decidió irse a vivir a Vitoria a la casa de su madre, mientras que la hermana del rey Felipe VI, se quedó en Ginebra (Suiza) viviendo con su hija Irene y se veían en contadas ocasiones.
Ahora la periodista Pilar Eyre ha desvelado que Cristina de Borbón ya trató de separarse hace unos años pero al final reculó.
Eyre asegura que la hija del rey Juan Carlos y la reina Sofía consultó en el año 2018 con un abogado especializado en divorcios, sin embargo no dio el paso porque "se le hizo entender lo antiestético que resultaría separarse del marido encarcelado y dio marcha atrás", señala en su blog de la revista 'Lecturas'.
Es decir, que el motivo por el que no siguió adelante con los trámites de la separación y su consiguiente proceso de divorcio fue por consejo de su equipo de abogados.
Desde que Urdangarin entró en prisión en junio de 2018 en la cárcel de Brieva no existen fotografías de la infanta Cristina yendo a visitarle a pesar de que se informó de que iba hasta dos veces por semana a ver a su esposo y padre de sus cuatro hijos.
Su separación era más evidente si nos atenemos además a que tras salir Iñaki de la cárcel, al concederle el tercer grado, cada uno decidió vivir en un país diferente. Sin embargo, en las Navidades, al igual que el verano pasado, decidieron seguir aparentando normalidad y que eran un matrimonio feliz y una famili aunida.
"Lo sabía la familia, además de los hijos y los amigos íntimos, pero consiguieron vendernos la imagen de una pareja golpeada por la adversidad que permanecía unida contra viento y marea", escribe Pilar Eyre.
