Esos bichos que vuelan fascinados alrededor de la luz y luego dejan sus alas por todas partes, ¿son hormigas o son termitas? ¿A qué se debe que las veamos más al inicio de las lluvias? Les contamos lo que sabemos de estos insectos.
Una escena común: una lámpara, decenas de bichos revoloteando con mortífera fascinación alrededor y, luego, alas caídas por todo lado e insectos caminando en busca de sobrevivir. ¿Sabe acerca de qué le escribimos? Claro, nos referimos a las famosas y persistentes “abuelitas” –algunos les dicen “abuelas”–.
Las famosas “abuelitas” son nada más y nada menos que el nombre popular que se le da a las termitas (sí, el temido comején), esos insectos que roen y se alimentan de la celulosa de la madera y materiales derivados. Son implacables y se comen la madera de los árboles, hojas, tablas, muebles y hasta libros, entre muchas posibilidades.
Aunque no gozan de buena fama, son importantes en el delicado balance natural del mundo. Su misión es fundamental en la descomposición de la materia orgánica; es decir, se encargan naturalmente del reciclaje de desechos en nuestros bosques, explica Allan González, coordinador del Laboratorio de Entomología Agrícola de la Escuela de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional.
Además de ayudar en el aprovechamiento de los nutrientes de esa materia orgánica (formación del suelo), también colaboran en la conservación de la humedad e, incluso, son pieza clave para que los bosques puedan sobrevivir al cambio climático, según sugirió un estudio publicado en la revista Science en el 2019.
Sin embargo, el ser humano ocupa cada vez más espacio y más espacio en el planeta, ha convertido bosques en ciudades, así, ante ese escenario, las termitas han sido desplazadas y se han transformado en una plaga que deja daños millonarios.
Construcciones (teatros, iglesias y otras edificaciones de gran valor patrimonial), muebles de madera de gran valor o de uso cotidiano, libros antiquísimos y hasta billetes de colección se pueden ver afectados por la acción silenciosa y progresiva de colonias de termitas, de allí su mala publicidad. No obstante, “ellas son habitantes que llegaron primero y cumplen funciones muy particulares en los ecosistemas”, precisó el ingeniero agrónomo de la UNA.
Además, afirmó: “Cada organismo existente cumple un papel o rol en la naturaleza y es muy importante comprenderlos y valorarlos. Que causen daños o perdidas está en función de la invasión que los humanos realizamos en sus ambientes y como disturbamos la fragilidad de las relaciones entre los organismos”.
Resulta que cuando comienzan las primeras lluvias, las termitas vuelan para aparearse. Es importante detallar que las termitas son insectos sociales y viven en colonias muy bien organizadas en las actividades que deben de cumplir, a partir de la división de funciones que cumplen las diferentes castas al servicio de la “pareja real” o pareja de fundadores, que ejerce un control biológico y químico sobre todos los demás miembros. Durante la estación seca, comenta González, la colonia se reproduce y crece y crece. Cuando comienzan las lluvias, un porcentaje de la población sale a reproducirse y buscar nuevos horizontes con el objetivo de formar nuevas colonias.
“Tienen ciclos reproductivos anuales que dependen de las lluvias para reproducirse, aprovechando las condiciones óptimas, ya que en época seca no hay recursos suficientes. Las primeras lluvias no solo aportan hidratación, sino que regulan la temperatura, manteniéndola entre los 18 y 35°C, que son las condiciones idóneas para su reproducción. Así mismo, las primeras lluvias son moderadas, permitiendo un vuelo seguro al escampar”, explicó la bióloga Marcela Sánchez, del Museo Nacional de Costa Rica.
Estas termitas provienen de colonias maduras. El ingeniero agrónomo detalló que, al detectar cambios con las primeras lluvias, la reina envía un mensaje para que termitas jóvenes y con alas salgan y busquen lugares adecuados para formar nuevas colonias. La nueva pareja excava una cámara nupcial en la madera o en el suelo y allí se aparean para poner sus primeros huevos, que eclosionaran al cabo de unas semanas. A partir de esta etapa, la única misión de la hembra será poner huevos, poniendo entre 200 y 300 al año o hasta 30.000 en 24 horas.
Los termiteros o nidos pueden ser de diferentes tamaños, formas y grados de complicación con galerías y cámaras excavadas en madera o en el suelo.
La termita hembra es fascinante. “La hembra estará suficientemente fecundada para toda su vida porque tiene una enorme capacidad de almacenamiento de espermatozoides. Las hembras tienen dos cámaras: una cámara ovárica y una cámara espermática, donde se acumula el esperma. Conforme ella va produciendo huevecillos, ella va haciendo que el esperma vaya fecundando los huevecillos y, según los cuidados y tipo de alimentación, se generaran obreros o soldados”, detalló el ingeniero agrónomo de la Escuela de Ciencias Agrarias de la UNA.
Sí, las termitas son solo una de las especies de insectos que muestran su fascinación hacia la luz. La razón: hay estudios que apuntan hacia diferentes teorías.
Una de las hipótesis más comunes y difundidas es que los insectos buscan una luz brillante porque creen que es la Luna, que les serviría como punto de referencia para orientarse. “[La orientación transversal] es similar a cuando nosotros nos guiamos por la estrella polar, que está en un lugar determinado, de forma que sabemos dónde estamos”, le explicó Jeff Smith, comisario de la colección de polillas del Museo Bohart de Entomología, a la National Geographic en un artículo del 2018.
Algunos creen que los insectos se dirigen a la luz porque hallan un espacio para escapar o porque los atrae la radiación térmica. No obstante, estas dos últimas son ideas que no cuentan con mucho respaldo.
Un estudio publicado en la revista Nature Communications en enero de este 2024 asegura que no hay tal atracción fatal, sino que existe una confusión. “Los investigadores piensan que las luces artificiales que se encienden por la noche podrían perturbar el sistema de navegación innato de los insectos voladores, haciéndolos revolotear en confusión alrededor de las lámparas, farolas y otras luces artificiales”, detalló la agencia de noticia AP en una información difundida en diferentes medios de comunicación.
Curiosamente, esta explicación se deriva de una investigación que Yash Sondhi, entomólogo de la Universidad de Florida (Estados Unidos), y otros especialistas realizaron en el bosque de Monteverde, en Costa Rica. “Empezaron grabando los movimientos de los insectos en completa oscuridad, con cámaras infrarrojas de alta velocidad para tener una idea de cómo vuelan normalmente. A continuación, organizaron experimentos para investigar cómo influyen las distintas luces en el comportamiento de vuelo”, agregó el reporte de la National Geographic.
Sondhi subrayó lo dañina que es la luz artificial que apunta hacia arriba para diferentes especies de insectos, no solo por la confusión, sino porque la gran cantidad de luces que tenemos podría generarles problemas para reproducirse, huir de sus depredadores y alimentarse. El mundo moderno y sus luces cada vez más potentes serían una verdadera trampa para las populares “abuelitas” y otras especies.
