Ahora hace diez años,
Víctor Valdés decidía cerrar su etapa como portero del
Barça. Se iba el guardameta más influyente en el juego de la historia del club, pero también un currículum imposible de superar (6 Ligas y 3 Champions). Buscar su sustituto se convertía en un ejercicio de riesgo porque lo más probable era no cumplir con las expectativas.
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