Con la llegada de la primavera, suele aparecer la astenia primaveral. Aunque no todas las personas la experimentan de la misma manera, es más común de lo que pensamos. Nuestro cuerpo necesita adaptarse a la nueva estación después del invierno y, además, asimilar el cambio horario. Estos cambios, aunque inevitables, pueden generar efectos perceptibles en nuestro organismo.
La palabra "astenia" proviene del griego "asthénia," que significa debilidad o falta de fuerza.
La astenia primaveral es un conjunto de síntomas físicos y emocionales que algunas personas experimentan durante la transición del invierno a la primavera. Se caracteriza por una sensación generalizada de fatiga, debilidad, falta de energía y cansancio, frecuentemente acompañada por alteraciones del estado de ánimo, como irritabilidad, tristeza o apatía.
Esta condición está relacionada con los cambios estacionales, incluyendo el aumento de la luz solar, los cambios en los patrones de sueño y la adaptación del cuerpo a las nuevas condiciones climáticas.
Además, algunos estudios sugieren que factores como los cambios hormonales, la influencia de neurotransmisores y la variabilidad individual en la respuesta al cambio estacional pueden contribuir a la aparición de esta condición.
Las causas exactas de la astenia primaveral no están completamente claras, pero se cree que varios factores pueden contribuir a su aparición:
La astenia primaveral no se considera una patología. No se trata de nada grave, sino una reacción simple y natural de nuestro cuerpo a las modificaciones ambientales de nuestro entorno.
Los síntomas suelen ser temporales y desaparecen a medida que el cuerpo se va adaptando a la nueva estación. En caso de que los síntomas persistieran o limitaran el ritmo diario, sería recomendable consultar con un especialista de cara a descartar otras afecciones subyacentes.
Para combatir la astenia primaveral, la dieta juega un papel fundamental. Ciertos cambios en la alimentación pueden ayudar a prevenirla. Factores como la ansiedad, el estrés, la hiperactividad y la sobrecarga laboral pueden influir en su desarrollo.
El consumo regular de frutas y verduras frescas es muy recomendado. Estos alimentos son ricos en vitaminas, minerales y antioxidantes que pueden ayudar a combatir la fatiga y mejorar el estado de ánimo.
Optar por una dieta baja en grasas y rica en fibra es crucial. Incluir una abundancia de alimentos vegetales, como verduras y legumbres, en preparaciones crudas o al vapor, es ideal. Evitar carnes grasas, alimentos precocinados, procesados y azúcares refinados también es importante, ya que estos pueden aumentar la sensación de cansancio.
Incorporar carbohidratos de absorción lenta, como los granos enteros y las legumbres, ayuda a mantener niveles de energía estables a lo largo del día. Beber abundante agua es esencial para mantener el equilibrio hídrico y prevenir la fatiga. Minimizar el consumo de café y otras infusiones excitantes puede ayudar a regular los niveles de energía. Asimismo, es recomendable eliminar el consumo de alcohol, ya que puede afectar negativamente el estado de ánimo y la energía.
Además de una dieta equilibrada, adoptar mejores hábitos de vida puede ayudar significativamente. Asegurarse de tener un buen descanso nocturno es crucial, ya que la astenia primaveral está vinculada a los cambios en los ritmos circadianos debido a la variación en las horas de luz solar. La actividad física regular puede mejorar los niveles de energía y el bienestar general.