Operado exitosamente desde la Base Aérea de Boboc en Rumanía, como parte del ejercicio Swift Response24.
El Grupo de Obtención por Sistemas Aéreos nº 4 (GROSA IV) del Regimiento de Inteligencia nº 1, ha desplegado por primera vez desde su creación una unidad de vuelo PASI (Plataforma Aérea Sensorizada de Inteligencia) fuera del territorio nacional, operando exitosamente desde la Base Aérea de Boboc en Rumanía, como parte del ejercicio Swift Response24, en el marco del Defender Europe 2024.
Este despliegue ha supuesto un reto logístico. Más de 60 militares y 20 vehículos del GROSA IV fueron proyectados desde León a través de barco, carretera y avión. Esta unidad tiene su sede en la base Conde de Gazola, en San Andrés de Rabanedo, a unos 12 kilómetros de la capital leonesa.
El dron utilizado, uno de los sistemas claves del Ejército de Tierra español, el PASI, está basado en el Searcher Mk III Clase II, fabricado por la empresa israelí IAI, concebido para misiones ISTAR (Vigilancia, Adquisición de Objetivos y Reconocimiento), que con su capacidad de volar a gran altura y permanecer en la zona de operación varias horas, y sus potentes cámaras, es capaz de proporcionar gran cantidad de información en apoyo a las operaciones y a las unidades terrestres.
Tiene una longitud de 5,85 metros lo que le convierte en un aparato fundamental para la obtención de información, fijación de objetivos para la artillería... para lo cual cuenta con sensores electroópticos de observación (cámara visible y FLIR), controlados y monitorizados desde una estación de control en Tierra.
Con una propulsión basada en un motor de hélice de 47 CV de baja firma acústica, es actualmente el mayor UAV que se usa en las fuerzas armadas españolas, excepción hecha de los MQ-9 Predator del Ejército del Aire. Con funciones de inteligencia, vigilancia y reconocimiento. En España se emplea montando un sensor electro-óptico de altas prestaciones, pero la empresa también ofrece otras posibilidades como radares de apertura sintética. Su principal desventaja sería su sensibilidad a las rachas de viento, ante las cuales no responde bien especialmente en el aterrizaje/despegue
El IAI Searcher se desarrolló en Israel en los años ochenta y fue adquirido por el Ejército de Tierra en dos lotes entre 2007 y 2010, aunque desde entonces ha estado en continua evolución técnica y, de hecho, en 2018, España llevó a cabo una profunda renovación de estos aparatos a través de la agencia de la OTAN NSPA (NATO Support and Procurement Agency), a la que el Ejército de Tierra encargó dirigir esta renovación.
El Searcher III (Searcher Mk.III) surgió a raíz de las modificaciones introducidas en el Searcher Mk.II-J para responder a las especificaciones del contrato del Ejército de Tierra Español. Las diferencias incluyen la posibilidad de operar con relé, pudiéndose aumentar de ese modo el radio de operación respecto a la estación de control hasta los 300 km, y la capacidad de despegue y aterrizaje completamente automáticos, característica también conocida por su sigla en inglés ATOL (Automatic Take-Off and Landing), con dos sistemas que operan simultáneamente para conseguir la máxima seguridad. El tiempo máximo de permanencia en el aire, tras la actualización llevada a cabo, es de 20 horas, con una altitud máxima de 7.010 metros, el peso máximo al despegue es de 436 kg y la carga útil de 120 kg. Incorpora mejoras en su equipo propulsor para reducir su nivel de ruido, y de ese modo minimizar su detectabilidad acústica.
El objetivo era extender el ciclo de vida del sistema hasta 2025, un poco más de lo previsto por la Dirección General de Armamento y Material española, que fijaba esa fecha en 2023. Su sustituto será el Sirtap, fabricado en España por Airbus y para cuya adquisición la compañía aeronáútica firmaba en noviembre con el Ministerio de Defensa un contrato. Se trata de una aeronave no tripulada de carácter táctico de altas prestaciones que reforzará las capacidades tácticas del Ejército de Tierra y del Ejército del Aire y el Espacio. Este contrato incluye un total de nueve sistemas, cada uno de los cuales consta de tres vehículos aéreos no tripulados y una estación de control terrestre, lo que conlleva la producción de 27 aviones y nueve centros de mando, control y recepción de imágenes y señales. El contrato inicial asciende a 500 millones de euros e incluye dos simuladores para el adiestramiento de las dotaciones de las Fuerzas Armadas españolas.
