La próxima vez que tengas una moneda de dos euros en tus manos, examínala con detenimiento. ¡Podría ser muy valiosa!
A día de hoy existen métodos de pago más cómodos que las
engorrosas monedas, como los billetes, las tarjetas de crédito o incluso los
pagos en línea. Sin embargo, nos resistimos a pensar que llegará el día en que
estas piezas desaparezcan. Las monedas son tan vitales para cualquier sociedad,
que podríamos decir incluso que son lo que la cimenta. Son, en palabras de
Yuval Harari, autor de “Sapiens. De animales a dioses”, "la única ficción
que funciona en todas las culturas".
Interesarse por estas piezas es interesarse por el comercio
y la economía que dan vida a una sociedad. Nos cuenta cómo era su cotidianidad
y a qué le daban más o menos valor. La calidad de los materiales de los que
está hecha, el estado de conservación, las inscripciones, su localización, etc.
Una moneda nos da muchísima información que no podríamos obtener de
ninguna otra manera. Por eso, la numismática no es un pasatiempo cualquiera,
sino una verdadera rama de la arqueología.
Aunque la numismática no es para todos, muchos podrían
reconsiderarlo si supieran los precios que las personas están dispuestas a
pagar por una simple moneda. Quién sabe, quizás en este momento tengamos una de
estas monedas apreciadas por los coleccionistas en nuestros bolsillos... y ni
siquiera seamos conscientes de ello.
El valor de una moneda se determina por cuatro elementos clave: la antigüedad y el valor cultural, que pueden aumentar significativamente su valor si la moneda tiene importancia histórica o cultural; el estado de conservación, ya que las monedas con inscripciones intactas son más valiosas; la tirada, porque la escasez puede incrementar el valor de una moneda; y los errores de fabricación, que a pesar de los controles de calidad, pueden suceder y aumentar el valor de una moneda para los coleccionistas (si es que son lo suficientemente interesantes, claro).
En el caso de las monedas de euro, aunque no son antiguas,
pueden ser valiosas si son raras por algún motivo. Normalmente ganan su valor
debido a la escasez de una tirada limitada. Así, por ejemplo, los euros producidos
por el Vaticano, Mónaco o San Marino son coleccionables, porque se producen en
cantidades muy limitadas. Otra forma de buscar piezas de euro con más valor del
que marca su denominación es fijarse en las monedas conmemorativas; que son
monedas emitidas por los diferentes países para celebrar eventos
significativos, aniversarios o hitos históricos.
Tal y como explica el Banco Central Europeo en su página web, cada país puede emitir hasta dos monedas conmemorativas cada año. Sin embargo, solo se pueden incluir diseños conmemorativos en las monedas de dos euros. Para diferenciarlas de las monedas regulares, tenemos que fijarnos en la cara nacional (su diseño depende del país en el que se acuñe), que incluirá un diseño que referencia a aquello que se conmemora.
A pesar de tener un diseño diferente al usual, estas monedas son de curso legal en toda la zona euro y, por lo tanto, deben ser aceptadas en cualquier país de la eurozona.
Las piezas conmemorativas tienden a aumentar su precio a medida que pasa el tiempo. Por eso, es conveniente que, si nos topamos con una de estas monedas, la guardemos a buen recaudo, con la esperanza de que podamos venderla por una pequeña fortuna en el futuro. Debemos estar especialmente atentos a las monedas conmemorativas de dos euros acuñadas por España, por que son las que más probabilidades tienen de llegar a nuestros bolsillos:
Así que, ¡ya lo sabes! La próxima vez que tengas en tus manos
una moneda de dos euros, no la pases por alto. Examínala con detenimiento.
Puede que hoy parezca solo una moneda más, pero en unos años, podría
convertirse en un pequeño botín.