El plebiscito le coloca al presidente ecuatoriano en buena posición para su reelección en 2025
Después del plebiscito celebrado el pasado 21 de abril en el Ecuador, el joven presidente del país andino, Daniel Noboa, marca un punto de inflexión de cara a las elecciones presidenciales de febrero de 2025. Vale la pena recordar que el primer mandatario ganó la campaña presidencial hace apenas seis meses. Lo hizo distanciándose de la dicotomía entre correísmo y anticorreísmo. Capitalizó un hartazgo popular por la división y por la inseguridad. Ahora, el joven primer mandatario apunta a la reelección.
De las once preguntas planteadas en el plebiscito, el Gobierno ganó nueve; todas ellas para reforzar el tema de la seguridad. Las otras dos fueron de carácter económico y laboral; aquí, salió fortalecido el correísmo. Esto ha supuesto un mensaje a lo interno del Gobierno y es que esa fuerza política de izquierdas sigue vigente en un sector importante del país.
La celebración de este plebiscito fue una jugada hábil del presidente Noboa. ¿Qué buscaba? Básicamente, tres cosas. En primer lugar, medir su corta gestión; convertir esta consulta en un plebiscito propio para fortalecer y corregir lo que convenga. En segundo lugar, y a partir del primer objetivo, medir fuerzas para calibrar la capacidad de movilización a lo interno; en otras palabras, determinar el músculo político de su movimiento en las propias bases, además de las lealtades y la voluntad política de sus aliados. Y, en tercer lugar, medir la fuerza del correísmo –que finalmente gana en dos de las once preguntas– de cara a las presidenciales.
Luego de la breve tormenta diplomática entre Ecuador y México, Noboa parece tener claro que el principal objetivo de su Gobierno es conseguir la reelección. Para ello, la lucha contra la inseguridad parece ser su gran bandera.
