El pasado domingo una manifestación recorría las calles de Bétera para acabar con la tauromaquia, ese cerril negocio mantenido con indecentes cantidades de dinero público y consistente en la tortura, violencia y humillación pública contra las víctimas, unos animales indefensos que sufren por la diversión de una minoría de la sociedad y son posteriormente ejecutados en privado.