Tuve el placer de asistir al estreno de una obra tan ligera, tan magna y tan soterrada hasta aquel momento, en el que la inasequible a todos los desalientos y soprano de fuste, Sara Viñas, en su rol de musicóloga, tuvo a bien escarbar por entre las arenas del conservacionismo patrimonial tales vestigios zarzueleros en pos de obrar su fidelísimo (pese a lo matizadamente actualizador) remozamiento, y asistí junto a otro insigne: el poeta José Antonio García Palazón.