Recuerdo que las niñas en el pueblo corríamos a besarle la mano al sacerdote y le decíamos: “señor cura, me dé una estampa”. ¿Tenía sentido ese beso? Yo ni lo sabía ni lo preguntaba. Hoy, creo que sí tenía sentido, y mucho. Se trataba de un beso en la mano por lo que esa mano representa: el sacerdote es “alter Christi”, y tiene las manos ungidas por el sagrado crisma, que simboliza la gracia del Espíritu Santo.