Certeza es el conocimiento seguro y claro de algo. Así, es evidente que nuestra vida comienza y acaba y hay que acoger la posibilidad de que termine mucho antes de lo previsto, incluso antes de nacer. La fe ayuda a vivir esta expectativa con la esperanza de la resurrección, pero la constatación es que el ser humano no es un ser eterno por sí mismo.