Capaz de rescatar equipos de fútbol a la deriva, al descenso. De pisar nuevas metas con el balón entre sus pies. De crear ilusión en la alfombra de hierba repartida entre dos porterías. Siempre busca el entendimiento entre técnicos, futbolistas, utileros y la afición, que no es poca faena. Un filósofo del fútbol. Basa su «librito» futbolero entre el rendimiento y la convivencia: el protagonismo del equipo frente al ego personal. No fue un gran futbolista, pero sí buen entrenador, con método y mucho criterio.