Como letrado penalista asumió el reto de participar en el procedimiento de una sentencia absolutoria para el lobo ibérico, que parecía condenado a muerte. Defendió a los lobos ante la acusación de especie asesina implacable. Lo logró junto a otros luchadores en 2021. Colgó su toga de abogado en audiencias y tribunales. Pasó cinco años en la Sierra de la Culebra (Zamora), en el pueblo de Villardeciervos, en defensa de la libertad y la decencia de esta especie animal. Antes del juicio, en España se mataban legalmente a al menos 200 lobos y lobas cada año, a tiros de escopeta o atrapados en trampas canallas. Ahora, parece que están a salvo. Ha conseguido menos sangre en las alturas y sensibilidad social. Y está el hombre, al lado y en defensa de la naturaleza, del medio ambiente. Entre otros lobos. Tiene fama de aventurero jovial entre colegas y vecinos: jugador de rugby, navegante, jinete, piloto por el aire, alpinista y muchas cosas más.