En aquella ocasión, en la que se decidía el sustituto de Manuel Fraga tras su dimisión pocos meses después de las elecciones generales, formó parte de la candidatura encabezada por Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón para dirigir el partido. Una lista superada por la que presentó Antonio Hernández Mancha. Se trata de la única vez en los cuarenta años de historia de los populares en la que ha habido dos candidatos a su presidencia.
Pero el liderazgo de Hernández Mancha apenas duró dos años al no superar tampoco las expectativas electorales y no tener el respaldo de numerosos dirigentes del partido como el propio Aznar, entonces presidente de Castilla y León.
En el IX Congreso, conocido como el de la refundación, Fraga volvió a presidir el partido y Aznar ocupó una de las seis vicepresidencias para, apenas un año después, en una nueva cita congresual, ser elegido ya presidente del que pasó a denominarse Partido Popular con su característica gaviota como emblema.
Se abría así una nueva etapa desde que en 1977 celebrara su primer congreso Alianza Popular, constituida inicialmente como una federación de siete partidos, y designara a Silva Muñoz como presidente y a Fraga como secretario general.
Tanto Silva Muñoz como Félix Pastor, el segundo presidente de AP, dimitieron tras tensiones internas, y Fraga asumió el liderazgo de forma interina hasta que fue ratificado en el III Congreso, en 1979, y eligió a Jorge Verstrynge como su secretario general. Ambos fueron reelegidos en los cuatro congresos siguientes, entre ellos el de 1982, el año del gran salto electoral de AP al pasar de 9 a 107 diputados y convertirse en la segunda fuerza política.
Cuatro años después, el partido concurrió a las elecciones junto al PDP de Óscar Alzaga y el Partido Liberal de José Antonio Segurado, en la denominada Coalición Popular, pero perdió dos diputados.
Verstrynge dimitió y poco después lo hizo Fraga para ser sustituido provisionalmente por Gerardo Fernández Albor.
Hernández Mancha tomó su relevo en ese congreso con dos candidaturas de 1987 y entregó el testigo en 1989 de nuevo a Fraga. Éste a su vez lo cedió a Aznar un año después en Sevilla.
Lo hizo en una de las citas del PP mas recordadas, en la que el presidente fundador rompió ante el plenario una carta de dimisión de su sucesor, sin fecha, mientras proclamaba: "No hay tutelas ni 'tutías'. Ahí está el líder del partido".
Reelegido en el congreso de 1993, Aznar no consiguió su objetivo de alcanzar la Moncloa en las elecciones de ese año, pero en 1996, tras renovar la confianza de los suyos en otro cónclave del partido, lo logró y nombró un Gobierno en el que ya estaba Rajoy.
La unidad primó en los siguientes congresos del PP, y en el celebrado en enero de 2002 y después de ratificar su intención de estar sólo dos mandatos al frente del Gobierno, se comenzó a abrir el camino de una sucesión que despejó en agosto del año siguiente.
El elegido fue Rajoy, quien encabezó la lista del PP en las elecciones generales de 2004 ganadas por José Luis Rodríguez Zapatero.
Pero eso no impidió que Rajoy fuera nombrado oficialmente máximo responsable del PP en el XV Congreso, en el que se creó para Aznar la figura de presidente de honor.
Una nueva derrota electoral en los comicios generales de 2008 provocó uno de los momentos de mayor crisis interna, que desembocó en el congreso de Valencia de ese año.
Rajoy veía amenazado su liderazgo y tuvo que sortear no sólo las advertencias de Aznar desde su puesto de presidente de honor, sino también los envites de Esperanza Aguirre, que sugería querer arrebatárselo aunque finalmente no dio el paso.
El hoy presidente del Gobierno renovó su liderazgo con el 84,84 por ciento de los votos, un elevado porcentaje que, sin embargo, era el menor conseguido hasta entonces por un candidato a situarse al frente del partido.
La victoria por mayoría absoluta en las generales de noviembre de 2011 conllevaron la consolidación de su liderazgo en el último congreso celebrado hasta ahora, el de Sevilla, en febrero del año siguiente. Fue el cónclave al que el partido acudió con la mayor cuota de poder de su historia al acumular a la jefatura del Gobierno, la mayoría de presidencias de comunidades autónomas y alcaldías más importantes. Y fue también la primera cita de los populares sin la presencia de su presidente fundador, Manuel Fraga, fallecido poco antes. Aznar volvió a tener protagonismo, pero en esta ocasión mostró su total respaldo a Rajoy en la que, por el momento al menos, será su última intervención en un congreso del PP.
No estará en el que empieza este viernes porque renunció recientemente al cargo de presidente de honor con el argumento de desligar totalmente su fundación, FAES, del partido.
Al XVIII Congreso, en el que Rajoy, séptimo presidente del PP, conseguirá una abrumadora muestra de confianza a su gestión, se llega con escasas incógnitas. La principal, si quien a su vez es la octava secretaria general de esta fuerza política en toda su historia, María Dolores de Cospedal, mantendrá esta responsabilidad
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