La violencia de género es un problema crítico que exige atención y tratamiento adecuados, especialmente en lo que respecta a los métodos de resolución de conflictos como la mediación. En este contexto, es fundamental entender que la agresión genera una relación de poder desigual, lo que pone en evidencia la imposibilidad de alcanzar una verdadera paridad entre la víctima y el agresor.