En España ya es tarde para reconocer que tenemos un problema muy serio con la violencia política, y por eso no dejamos de hablar de ella. Por eso no dejamos de decir que es un problema. Pero el caso es que está normalizada. Mientras se repite en tertulias, tribunas, columnas y discursos que debemos preocuparnos por la violencia política, se omite cualquier mención a actos violentos concretos, reales y sistemáticos; y se elude mencionarla precisamente en las mismas tertulias, tribunas, columnas y discursos que alertan de un fenómeno siempre etéreo, inmaterial y agazapado. ...