Este es el truco, ardid y añagaza de la que se valen algunos niños caprichosos, cuando no consiguen lo que quieren. Ante esta amenaza, que solo es un farol, los familiares, abuelos, padres y algún que otro pariente, muerden el anzuelo aun sabiéndolo, y corren solícitos, obsequiosos y, apresuradamente le proporcionan al niño lo que desea.