Esta noche, Gran Poder, romperás el tiempo. No harán falta relojes. Ya truene, ventee y se quiebre el cielo, o descargue un océano sobre la ciudad hasta inundarla, o las nubes cubran la Luna de Parasceve y hasta el mismo sol del amanecer del Viernes por la mañana que haga que se refugien los vencejos. Que tú, Señor que conquistas los espacios infinitos, caminarás sobre las aguas como cruzaste fronteras hacia donde nunca nadie miraba, porque eres la recreación mística del sueño de Santa Teresa: contigo nada nos turba, ni nos espanta, todo se pasa. Porque quien a Dios tiene nada le falta. No hay pronósticos que anulen tu salida, no habrá más tormenta que la que provoca la campana...
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