La polémica declaración pontificia 'Fiducia supplicans' me ha pillado inmerso en la lectura de una biografía del escritor vanguardista francés Max Jacob (1876-1944), homosexual y judío de ascendencia askenazi que hacia 1914 se convierte al catolicismo, después de una experiencia mística en la que vio aparecer la imagen de Cristo en una pantalla de cine. Después de bautizarse (su padrino sería Picasso), Max Jacob vivirá siempre con desgarro sus pulsiones sexuales, que lo empujan hacia hombres con frecuencia mucho más jóvenes que él, a veces incluso niños. Muchos de sus contemporáneos, que conocían sus propensiones, dudaban de la sinceridad de su conversión, considerándolo un arlequín que nunca podría quitarse del todo el maquillaje teatral de la cara; o, dicho menos...
Ver Más