Los decibelios que rompen el silencio perpetuo de la ciudad de Riad (Arabia Saudí) poco o nada tienen que ver con el fútbol. En sus calles no hay niños pelándose las rodillas ni manchándose los niquis a consecuencia de un balón. Allí, en la urbe de los negocios, no viven la vida. Solo se sientan a contemplar un presente impertérrito y un futuro desnudo. Sin embargo, cuando la Federación vendió la Supercopa de España al mejor postor, le entregó al pueblo saudí un regalo inusitado: el mejor fútbol del planeta. A la gran cita dominical llegaron Real Madrid y Barcelona, dos colos ...