Mientras haya reyes muertos, habr? algunos vasallos de la nostalgia. La partida de Isabel II, monarca del Reino Unido, que ocurri? hace tres semanas sigue teniendo secuelas. Todav?a se guardan minutos de silencio en los partidos de f?tbol de la UEFA. La cola de las personas que quer?an ver su ata?d en Westminster Hall tuvo una duraci?n de cinco d?as, del 14 al 18 de septiembre. Algunas personas llegaron de otras ciudades inglesas y del extranjero para ponerse en fila. La cola lleg? a tener diecis?is kil?metros de largo. La espera m?s corta fue de diez horas. La m?s larga, de veinticuatro. Alg?n entrevistado en la televisi?n afirm? que no hac?a cola solo para ver a la reina. Estaba all? para compartir su pesar con otros ciudadanos que hac?an cola igual que ?l. En otras palabras, hac?a cola por el gusto de hacerla. Uno puede decir que no hay nada m?s brit?nico que la cola, una prueba de la democracia de un pa?s.
En el camino hubo ba?os port?tiles, puestos con bebidas. La gente le?a libros de pie y com?a s?ndwiches mientras esperaba. En unas declaraciones a El Pa?s, el gran Kazuo Ishiguro explicaba que en un pa?s dividido por el Brexit, por la recesi?n, la inflaci?n y las tensiones con Escocia e Irlanda del Norte, la reina significaba un punto de equilibrio. Esa idea de una naci?n estable y en orden estuvo personificada en ella. Puede decirse que otros miembros de la familia, en cambio, dieron ejemplo de todo lo contrario. Una proeza de la reina fue la de sortear con gracia todas las cr?ticas y revelaciones. Nunca impugn? nada de lo que se dijo sobre ella. La serie The Crown, por lo pronto, se empe?? en mostrar que era un ser humano com?n y corriente. La gente lo crey? pero solo mientras dur? la pantalla encendida. Parte de la raz?n de su popularidad es que la vimos en el centro de un palacio y nunca supimos qu? estaba pensando.
Se acaba de cumplir una fecha decisiva en la que otro rey es protagonista. En 1922, el rey Vittorio Emanuele de Italia, decidi? no movilizar sus fuerzas contra el ascenso de Benito Mussolini. M?s a?n, lo inst? a que formara un gobierno. Fue naturalmente el inicio de veinte a?os de dictadura. El rey hab?a sido ya apodado ?sciaboletta?, es decir ?peque?o sable? en alusi?n a su baja estatura. Vittorio Emanuele deb?a llevar un sable m?s peque?o, especialmente fabricado, con el fin de que no lo arrastrara cuando caminaba. La estatura moral y no solo f?sica del personaje fue recordada esta semana por miles de italianos, cuando la sombra de Mussolini volvi? a cubrir las elecciones en su pa?s. La ganadora Georgia Meloni ha mostrado su admiraci?n por el Duce repetidas veces. Veremos en qu? termina.
Al hablar del fin de la reina Isabel II, Ishiguro afirmaba que los ingleses requer?an de la monarqu?a porque ?necesitamos de s?mbolos que nos unan?. Esos factores de uni?n parecen escasear en una ?poca de divisiones y extremismos como la que va cobrando fuerza. Uno recuerda m?s que nunca los versos de Yeats en ?The Second Coming?. Los escritores a veces saben de los asuntos reales.
AQ
