Sucede en todos los pa?ses: cada tanto, una editorial anuncia que publica ?la nueva A sangre fr?a?, es decir, la cr?nica real-literaria de un crimen que haya causado conmoci?n social. La obra de Truman Capote fue el primer boom comercial de la non-fiction y por eso es la principal referencia del g?nero. Muchos a?os despu?s lleg? El adversario, de Emmanuel Carr?re, haciendo gala de la implicaci?n personal del autor en el caso relatado, y se sum? al canon. Desde entonces, casi todos los libros que ahora son etiquetados como true crime son una mezcla del estilo de ambos. Uno de los ejemplos m?s recientes es el del italiano Nicola Lagioia, titulado La ciudad de los vivos (Random House).
La primera semana del mes de marzo de 2016, en un barrio de la periferia de Roma, Manuel Foffo y Marco Prato, dos j?venes ?normales? y de buena familia, llevaban cuatro d?as consumiendo alcohol, coca?na y pastillas cuando se les ocurri? llamar a otro chico para llevar a cabo la ?fantas?a de la violaci?n?. Luca Varini, hijo de un vendedor ambulante y ?prostituto ocasional? de 23 a?os acept? participar en esa sesi?n de drogas y sexo a cambio de 150 euros. Marco se travisti? y la ?diversi?n? entre ellos no tard? en derivar en tortura y muerte: sin argumentos o motivos, Foffo y Prato acuchillaron y golpearon con un martillo a Varini. ?Por qu? dos j?venes que lo ten?an todo y no pertenec?an a ning?n grupo delictivo asesinaron salvajemente a otro?, se preguntaban en toda Italia.
El crimen cautiv? y arrastr? al escritor Nicola Lagioia, quien durante m?s de tres a?os se dedic? a investigarlo y a escribirlo para tratar de comprender el tan ansiado por qu?. Hasta entonces, Lagioia s?lo hab?a escrito ficci?n pero supo que el caso pod?a estructurarse literariamente sin despegarse de la realidad. Ley? expedientes, habl? con polic?as y jueces y, por supuesto, con el entorno de cada uno de los implicados. Como tel?n fondo de esta historia despleg? a la eterna, contradictoria y decadente Roma y, entre una cosa y otra, tambi?n incluy? sus impresiones personales. Al final, sin embargo, se dio cuenta de que la literatura no da respuestas definitivas: ?la literatura debe quitar las vendas correctas y no dar respuestas que pueden ser equivocadas?.
Lo dijo la otra tarde en el Instituto Italiano de Cultura en Madrid, un edificio palaciego del siglo XVII, situado a unos pasos del Palacio Real, a donde fui a escucharlo despu?s de haberme sumergido en las p?ginas de su adictivo libro. El tambi?n director del Sal?n Internacional del Libro de Tur?n lleva subido en la ola del ?xito desde el a?o pasado, cuando se public? su investigaci?n en Italia y las traducciones comenzaron a desencadenarse. Enjuto y desgarbado, dijo que tal vez ha cosechado una legi?n de lectores porque el resultado de su trabajo trata sobre el mal en una ciudad m?tica y sobre las formas de convivencia precaria actuales. ?El mal vive dentro de nosotros, s?lo que cuando nos enfadamos hacemos cosas como romper algo para contener la rabia y no matamos al otro. Pero todos tenemos zonas oscuras, lo importante es reconocerlas y saber dominarlas para saber en qu? momento hay que parar?, a?adi?, un poco frustrado por no haber encontrado la l?gica del suceso del que se ocup?.
A lo largo del proceso de investigaci?n y escritura, su principal reto fue no caer en juicios morales y en no presentar a los asesinos como monstruos. ?Nadie es un monstruo. Alguien puede creerlo as?, pero todo lo que sucede es humano. Y conocer es m?s importante que juzgar. Luca, por ejemplo, llevaba una doble vida: ten?a novia y se prostitu?a con hombres. ?Podr?amos decir que por eso ?l se busc? que lo mataran? Por supuesto que no. Yo s?lo quise desenvolver los nudos de su exigencia. Y lo mismo hice con los dos asesinos?, explic? ante un auditorio repleto.
Entre las cosas que m?s me atraen de este libro se encuentra su estructura literaria, en donde una historia secundaria atraviesa a la principal: la cotidianidad de Roma, encantadora, irresistible y decadente al mismo tiempo, capaz de engullir tradici?n, religi?n, pol?tica y sucesos para dejarnos ver su lado oscuro. Luego est? la meticulosidad en la escritura que el propio autor define como ?un fracaso?. Porque escribir ?es ocuparse de un tema y no de otro, elegir una palabra y no otra?, dijo Nicola Lagioia en la parada madrile?a de una gira que concluir? en M?xico, dentro de la FIL de Guadalajara.
AQ