Solo Dios y mi agente de viajes saben lo difícil que puede resultar encontrar un hotel en Madrid para mañana. Y no necesito un hotelazo, solo exijo algo digno, céntrico y con una mesa para escribir. Bueno, quiten lo de digno. Y la mesa, venga, escribiré en la cama, como Onetti. Incluso cambiemos 'exijo' por 'suplico'. Pero lo de 'céntrico' es innegociable, yo no puedo irme a un polígono industrial, que luego me salen textos como de película de Fernando León de Aranoa y ya sabemos que la temática social es el recurso de los poetas sudamericanos cuando se les acaba el talento o de los españoles cuando se les acaba el dinero. Antes que despertarme en una gasolinera, prefiero...
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