Leemos para no sentirnos solos. Necesitamos sabernos acompañados en nuestras preocupaciones. Y da igual si ese sentimiento es inventado o ha sido real para el escritor: lo es para el lector y eso es suficiente. Rosa Montero (Madrid, 1951) lleva años preguntándose cuál es el mecanismo por el que alguien es capaz de inventar mundos que conectan con los otros, qué tiene de especial una mente creativa y cuáles de los rasgos que reconoce en sí misma son comunes con otros creadores. Esa curiosidad la ha llevado a hacer «una autopsia invertida de la creatividad»: como un relojero que desmonta un reloj para entender su mecanismo, la autora se ha mirado desde fuera, con distancia, como si mirase a alguien...
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