El asma es la afección de las vías respiratorias en los pulmones más prevalente en España. Afecta a más del 10% de la población infantil y más del 5% de los adultos, lo que la convierte en la enfermedad crónica más recurrente en niños, según la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR).
Se manifiesta, sobre todo, con ataques recurrentes de sibilancias, dificultad para respirar, opresión en el pecho y tos. Con los tratamientos actuales, la mayor parte de las personas pueden controlar la enfermedad sin que se vean alteradas de forma significativa sus actividades diarias.
Sin embargo, en ocasiones no se logra este monitoreo porque algunos factores fallan, como la falta de diagnóstico y de adhesión terapéutica. Con motivo del Día Mundial del Asma el 3 de mayo, organizado por la Iniciativa Global para el Asma (GINA), aprovechamos para concienciar de la importancia de mantenerla bajo control para poder tener una vida saludable y sin limitaciones.
Hay una serie de señales que nos indican que el asma no está controlada:
Mantener el asma bajo control es un aprendizaje continuo que implica el acompañamiento de profesionales sanitarios y el conocimiento sobre la enfermedad por parte del paciente, que se convierte en parte activa y fundamental de este monitoreo.
Es común sentir la falsa impresión de que tenemos la enfermedad bajo control. Según el estudio MAGIC (Measuring Asthma Gina Control Study), más de la mitad de los pacientes asmáticos no están bien controlados, aunque solo el 7% es consciente de ello.
Para prevenir los síntomas, es fundamental controlar bien el asma y esto pasa por:
Como vemos, el autocuidado cobra especial relevancia cuando hablamos de asma porque es el que nos permitirá conocer la enfermedad, controlarla mejor, evitar tratamientos prolongados y evitar que la inflamación de los bronquios se alargue demasiado.