Hay una frase de Kim Philby que revela la naturaleza del trabajo de los espías: «Para traicionar antes hay que pertenecer». Así es. Sólo se puede ser infiel a una causa si antes no se ha llevado en la sangre. Todos los traidores son patriotas que dejaron de serlo.
Philby fue el jefe de la sección soviética de los servicios secretos británicos tras la II Guerra Mundial. Y Oleg Gordievski era hijo y sobrino de altos funcionarios de la inteligencia soviética. Traicionaron a su patria por razones ideológicas y nunca dudaron de que estaban haciendo lo correcto. Lo mismo se puede decir de Sorge, Burgess, Penkovski, Blunt y otros muchos.
Hasta la caída del Muro de Berlín, el espionaje era posible porque...
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