Desde los inicios de los 2000 Rusia ha estado en una fase de construcción en la que ha creado un escudo en Europa mediante acuerdos con diversos países y empresas influyentes. Este periodo le ha servido para protegerse las espaldas ante futuras represalias.

La siguiente fase se fija en la expansión hacia Europa. Esta comenzó en 2014 con la adhesión de Crimea hasta hoy día con la guerra de Ucrania.  Su participación en otras guerras como la de Siria o los acuerdos con empresas europeístas son los primeros pasos para frenar acciones contrarias a sus intereses.

Además de la anexión de Crimea, Moscú también reconoció en 2008 dos territorios separatistas en Georgia y apoyó el separatismo de Transnistria en Moldavia a comienzos de los 90.

Con la guerra, Putin ha dado un paso hacia adelante, con una fase de expansión que pondrá a prueba la fortaleza de los cuatro escudos que ha cimentado.

Escudo económico

La subida del precio del gas debido a la guerra de Ucrania es uno de los elementos que más repercusión ha tenido en Europa. La dependencia del gas ruso ha estado en auge hasta 2020 con hasta un 40% de uso en Europa.

A principios de los 90 Europa comenzó a construir gaseoductos con Rusia ya que estos proporcionaban menor dependencia energética de los combustibles contaminantes. Esta amplia red hace que Europa sea dependiente del país soviético.

Europa no ha podido cortar los lazos con Rusia al 100% ni en la guerra de Ucrania ni en la adhesión de Crimea. La vinculación con el gas ruso no es igual en todos los países de Europa. Polonia, Letonia o República Checa dependen directamente de él; en cambio, España Portugal o Francia apenas lo usan.

Para leer la nota completa pulse Aquí