L-carnitina, derivada de un aminoácido, se encuentra en casi todas las células del cuerpo. La fabrica de forma natural el organismo gracias al riñón, el hígado y el cerebro y se encuentra, sobre todo, en los músculos. Su función principal es ayudar en las funciones mitocondriales (las mitocondrias son los motores celulares que producen energía).
Esta transporta los ácidos grasos a la mitocondria, donde se convierte en energía a través de procesos bioquímicos. Cuando el cuerpo se ve privado de calorías, como durante el ejercicio y la dieta, la L-carnitina ayuda con los mecanismos bioquímicos que transfieren los ácidos grasos de los tejidos corporales y los transportan a las células para convertirlos en energía.
Podemos obtener carnitina de la carne, el pescado, las aves y la leche pero, si por algo es conocida la L-carnitina, no es por su forma natural sino por ser uno de los suplementos que más se consumen en la práctica de ejercicio físico.
Aunque, como hemos mencionado, en la mayoría de las personas el cuerpo suele producir suficiente L-carnitina para satisfacer todas sus necesidades, algunas otras - por razones genéticas o médicas- no pueden producir suficiente cantidad, por lo que para ellas la L-carnitina es un nutriente esencial.
Los síntomas de deficiencia difieren de una persona a otra. Puede ocurrir que una persona no muestre signos y que otra presente síntomas de leves a graves. Entre los más habituales está debilidad muscular, cansancio o fatiga, irritabilidad, retraso en el desarrollo del movimiento, síntomas de niveles bajos de azúcar en la sangre (hipoglucemia) si el hígado está afectado o hinchazón o dificultad para respirar.
Algunos de estos síntomas pueden confundirse con y parecerse a otros problemas de salud, por tanto es muy importante acudir al médico que determinará, mediante análisis de sangre o pruebas genéticas y de ejercicio, si existe tal deficiencia.
Sin las cantidades necesarias de L-carnitina, y ante la presencia de síntomas, el tratamiento principal es la suplementación para aumentar la carnitina en la sangre y dentro de las células.
La suplementación para cualquier persona, y de forma especial para adultos mayores, debe estar supervisada por un médico. La dosis más habitual va desde los 500 mg hasta los tres gramos al día, aunque lo normal es no superar los dos gramos al día.
Y siempre bajo la premisa de que ningún suplemento actuará solo sino que los resultados dependerán de un conjunto de factores combinados a la perfección: dieta, ejercicio adecuado y la toma de suplementos solo cuando sea necesario.
Más allá de los beneficios, y de que la mayoría de las personas suelen tolerar bien la L-carnitina, algunos pueden experimentar efectos secundarios digestivos como calambres en el estómago, náuseas, vómitos y diarrea, por lo que siempre es recomendable consultar a un profesional médico sobre su ingesta.
120 cápsulas de L-Carnitina en forma de tartrato, maltodextrina y el agente de recubrimiento hidroxipropitmetilcelulosa, que se declaran veganas y con certificado europeo. La dosis adecuada es de dos cápsulas, que producirá un mejor resultado si se toma por la mañana en ayunas, porque su asimilación por el cuerpo va a ser mayor. Mucho mejor si precede en unos 60 minutos a una actividad física de alta intensidad.
Una fórmuila en 250 cápsulas de Acetil L-Carnitica. La dosis propuesta es de 3000 mg de acetil L-carnitina pura diarios, que se consigue con seis cápsulas. Cada cápsula contiene 500 mg y un bote es suficiente para 41 días (1,3 meses). Hay que tener en cuenta que su eficacia está condicionada a la práctica del deporte intensivo.
Cápsulas de muy alta dosificación con 750 mg de tartrato de L-carnitina por cápsula, equivalente a 500 mg de L-Carnitina pura por cápsula. Sin aditivos polémicos como estearato de magnesio, antiapelmazantes, aromas, colorantes, estabilizadores, gelatina ni, por supuesto, lactosa, gluten, transgénicos ni conservantes.
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