Llamaba la atención. Un enorme cartel, un pupitre, un libro de lectura, un ordenador y su hijo, de doce años. Víctor Granero se plantó a las puertas de la jefatura provincial de Alicante para reclamar lo que lleva luchando mediante escritos y continuas visitas a lo largo del curso para que su hijo «avance en la enseñanza».