San Siro es uno más de los emblemas que se levantan sobre la elegante Milán. En una de las ciudades más fascinantes de Europa y en un campo catedralicio por su rancio abolengo,
Mikel Oyarzabal sentó cátedra internacional. Donde los más grandes futbolistas lapidaron su categoría, el capitán de la Real dejó su sello. Fue el escenario acorde a una zurda como una catedral.
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