Con el relevo de ministros, la escabechina del día de san Cristóbal, Sánchez ha querido inventar el neosanchismo: una especie de Joven Guardia que sustituya a los pretorianos que estuvieron con él desde el principio. Pero eso no pasa de ser una operación fulanista, un cambio de caras para espantar de su lado a las personalidades más quemadas por haber ejecutado la política que él les mandaba. A efectos de estrategia el presidente se ha empeñado en retomar la iniciativa volviendo a las ideas que le obligó a aparcar la pandemia. Es decir, a la puesta en marcha de un conjunto de leyes ideológicas y habilitantes que conducen a una reforma constitucional encubierta. Con las primeras pretende consolidar la bipolaridad...
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