Si hay una prenda adelantada a su tiempo en la industria de la moda esa es la camiseta marinera, también conocida como camiseta bretona. Pocas prendas, en su versión más clásica, se diferencian tan poco entre la de mujer y la de hombre, y muy pocas, por no decir ninguna, sostienen el cartel de unisex desde hace más de 100 años.
En concreto, desde que hace 104 años Coco Chanel la reinventara en su colección náutica de aquel año, 1917. Entonces, la camiseta marinera pasó a ser fiel reflejo de la moda de la Riviera francesa (Costa Azul), dando el mismo salto que otras prendas icónicas -la gabardina o la sahariana, por ejemplo- dieron desde la moda militar a la moda utilitaria.
La gran diferencia es que la camiseta de rayas se convirtió directamente en una prenda femenina cuando hasta entonces había sido no solo exclusivamente masculina, sino militar. Para más detalle, marinera. Y es que fue la Armada francesa del Segundo Imperio la que hizo suya esta prenda que antes solo habían llevado los pescadores bretones (con la lana de la zona).
Uniforme de marineros
En 1858, se estableció que el uniforme de los marineros debía incluir un jersey de rayas que permitiera reconocer fácilmente a aquellos que cayeran al mar, por la borda de sus respectivas embarcaciones militares. Aquel jersey, como todo lo que convive dentro de un régimen militar, estaba definido al detalle por su estricto reglamento: veintiuna franjas azules en honor a las victoria de Napoleón y veintiuna blancas. Las primeras medían 10 mm de grosor y las segundas, 20 mm, el doble.
Camiseta marinera - Instagram @saintjames
Es este el origen de una industria textil relacionada con la camiseta de rayas, que como decimos no dio el salto definitivo al street style hasta la irrupción de Coco Chanel a comienzos del siglo XX. Antes, en 1889, se fundó en el pueblo de Saint James, en la Bretaña, la fábrica de los Legallais, que es de las primeras que fabricó camisetas marineras (ya no solo jerseys), siempre para fines militares. Hoy en día esta es una de las firmas abanderadas de este estampado, Saint James, llamada igual que el pueblo donde crecieron sus raíces.
Pese a que la diseñadora francesa dio un nuevo sentido a la prenda que nos ocupa, no fue hasta la segunda década del siglo XX cuando la camiseta marinera tomó la dimensión de clásico de la moda. Buena culpa de ello la tiene Yves Saint Laurent y su colección de 1966 dedicada en exclusiva al universo marinero, y también el cine de esta época.
La popularidad de la camiseta a rayas se extendió entre las estrellas de las actrices pero también entre los músicos y otras celebrities masculinas de la época, evolucionando ya desde entonces como una prenda que no entendía de sexos.
La hemeroteca guarda pruebas abundantes de ello: Audrey Hepburn, Brigitte Bardot o Jean Seberg la llevaron, pero también James Dean, Elvis Presley, Picasso y más tarde Kurt Cobain y Jean Paul Gaultier la lucieron con orgullo y buen gusto -este último la convirtió en la imagen de su sello personal, sobre todo desde la colección ‘Boy Toy’, en 1983-.
En todos estos casos, ya habían quedado completamente atrás los límites y la rigidez que el ejército le daba a la camiseta a rayas. Se invertían los colores, se hacían modelos de manga larga y también de manga corta, el grosor de las rayas variaba muchísimo de unos modelos a otros… En definitiva, nada que no siga ocurriendo ahora con esta prenda, a la que como mucho se ha llevado un poquito más allá en pequeños detalles: los diseños rayados tricolores o los estampados que interrumpen el patrón clásico son dos ejemplos.
Cómo llevarla
Lo cierto es que al ser una camiseta, las posibilidades para sacarle partido son infinitas, y más en verano. Una bermudas vaqueras y unas alpargatas, unos shorts de lino y la camiseta metida por dentro con unas sandalias de cuero, o unos chinos ligeros y de cintura elástica de largo tobillero con unas deportivas blancas de lona son tres outfits en los que la camiseta bretona funciona de maravilla.
Un básico del armario - Instagram @jpaulgaultier
Si refresca, puede llevarse con una sobrecamisa básica en un tono gris -mejor que no sea blanca para no parecer un marinero auténtico- o en tejido denim, y mejor aún con una chaqueta ligera y corta; por ejemplo, una harrington. Y en los meses más frescos, pocas primeras capas más acertadas si llevas una sudadera gris de algodón encima. Nunca se sabe cuándo tendrás que quedarte en manga corta, así que mejor ir preparado, y la camiseta a rayas marineras es una garantía en este sentido.
Además, puedes aprovechar que el manual de la moda contemporánea ha cambiado drásticamente últimamente y no te cortes si lo que te gusta es combinar estampados: ¿por qué no dos print marineros en el mismo look con rayas de distinto grosor?
Y si os animáis con los outfits a juego en familia (mayores y pequeños), las camisetas bretonas son vuestro mejor aliado porque es una de las prendas más sencillas de encontrar para todos los miembros del clan, con independencia de edades, tallas y sexos. Este es, sin duda, una de las grandes virtudes de una camiseta que es una de las prendas clásicas a la que mejor le han sentado los años.
