La apabullante propaganda que padecemos hace que tengamos una imagen distorsionada de nosotros mismos y también del mundo en que vivimos.
La maquinaria narrativa de Bruselas y el foco en Estados Unidos oscurecen realidades muy cercanas.
La primera ministra danesa, la socialdemócrata Mette Frederiksen, ha anunciado el objetivo de no acoger refugiados. No es un hecho aislado. Dinamarca ha endurecido su política sobre inmigración con el argumento de preservar la «cohesión social», uno de los factores que explicó el éxito del Estado de bienestar en el norte de Europa. Ni siquiera se apela a lo «nacional», sino a la estricta protección de su socialdemocracia.
Esto sucede en nuestro ideal escandinavo. En Francia, los sondeos para la primera vuelta de las presidenciales estiman que...
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