Joaquín Llavería Arroniz y Mercedes Serra Bellsolá, ambos de 95 años, son cuñados -la hermana de ella se casó con él-. Viudos y con un estado de salud envidiable para la edad que tienen, su vecindad, porque sus domicilios están a 50 metros el uno del otro, facilita que a menudo queden para comer juntos en un bar del centro de Alicante y para ir a misa. Mariano Olivera, encargado de El Colmado, el establecimiento hostelero donde se reúnen, contempla con «alegría en estos tiempos tristes que corren» la fraternal relación que han establecido estos dos ancianos para matar algún momento de soledad en compañía. Además de entrañable por su edad, porque no todos los cuñados se llevan bien y porque han conseguido que familiares de cada uno de ellos se sumen a estos encuentros en la soleada mesa 5, junto al gran ventanal que da a la transitada avenida de Alfonso el Sabio. Les gusta ver pasar a la gente ante sus copas de agua y vino blanco verdejo, y su menú favorito, que suele estar entre las alcachofas al foie y los huevos con jamón ibérico, «del bueno», señala el encargado. Y no solo en el bar, donde dejan su propina. En la farmacia contigua, donde compran sus medicinas, les tratan con gran cariño.