¿Se han fijado en que ya no es posible comprar un paquete de fideos o una lata de guisantes sin encontrar en sus etiquetas una colección de promesas ecológicamente correctas? No modificado genéticamente, orgánico, de cultivo ecológico, sin gluten, desarrollo sostenible. Productores y consumidores se inclinan, sin ser conscientes de ello, ante este nuevo ídolo en que se ha convertido la naturaleza. Ahora bien, la naturaleza en sí misma no existe: es «natural» solo porque el hombre así la ha nombrado y así lo ha decretado. Además, si el hombre no explotara la naturaleza, no habría humanidad. La verdad es que cuanto más explotamos la naturaleza, mejor está la humanidad. Hace cuarenta años, cientos de millones de nosotros moríamos literalmente...
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