La fusión, o más bien absorción, de Caixabank y Bankia llega en un momento de dificultad para el sector financiero en Bolsa. Todas las entidades cotizan por debajo de su valor de principios de año a causa del desplome bursátil en la etapa del Covid-19. Y no solo eso: la cotización con respecto a su valor en libros -valor contable la empresa, de sus activos menos pasivos- está en cifras que se mueven en descuentos de entre el 50% y el 80% en ambas entidades. En el caso de Bankia, a cierre del jueves rondaba el 80% y ahora, tras el repunte después de anunciar las negociaciaciones de la unión, a un 66% por debajo. En el caso de Caixabank, su cotización está en torno a un 50% por debajo de su valor contable. En otras palabras, que el precio de mercado de la entidad catalana se acerca más al «real» de su patrimonio que el de la entidad controlada al 61,8% por el FROB.
De esta forma, Caixabank absorberá a Bankia aprovechando el fuerte descuento con el que cuenta esta última; una operación especialmente jugosa para el primero en comparación al coste que tiene. Aun así, está por ver está todavía cómo será la ecuación de canje de acciones, y la prima que corresponderá al banco absorbido, que rondaría el 20% según fuentes financieras.
La operación, asimismo, está próxima a cerrarse. Sería cuestión de días que llegara la propuesta del acuerdo de fusión para que la aprueben los dos consejos de administracion y posteriormente convocar a sus respectivas juntas de accionistas para recibir el visto bueno definitivo. Además, bajo el escenario de esta operación, fuentes financieras explican que Caixabank estaría valorando realizar una ampliación de capital para no tener que acometer la absorción en base a sus recursos propios. Quedarse con la entidad controlada por el FROB sin tener que hacer demasiadas cesiones.
Más allá de ello, pensando a futuro, las sombras con respecto al valor bursátil de la entidad que resulte de integrar Bankia en Caixabank son alargadas. Carmelo Tajadura, economista y experto en banca, alerta de que el precio de la acción se verá penalizado por el hecho de que el Estado continúe estando dentro del capital del nuevo banco. «Es un lastre muy claro mientras el Estado sea mayoritario en el banco, como sucede ahora que tiene el 61,8%. Cuando baje al 15-16% en la nueva entidad, no lo será tanto, pero no creo que al mercado le guste que haya una participación pública como esa en la mayor entidad en España, por lo que algo de penalización creo que sí podría haber», explica.
Antoni Garrido, catedrático de Economía de la Universidad de Barcelona e investigador del Instituto de Economía de Barcelona (IEB), comenta que pese a que siempre se ha reconocido como buena la gestión de José Ignacio Goirigolzarri al frente de Bankia, parte del mal desempeño de la entidad en Bolsa sí puede obedecer a esa presencia pública en el banco. De cara a cuando se consume la operación, en este caso el experto de la Universidad de Barcelona apunta a que sí se puede prever que el hecho de que el Estado permanezca en el accionariado sea un lastre para la cotización, pero no muy elevado, y eso sabiendo que el sector público se quedará con un porcentaje «considerable», teniendo en cuenta que lo ideal, según apunta, es que no estuviera presente en la entidad.
Así las cosas, las fuentes consultadas apuntan a que las presiones por parte de la Comisión Europea y del Banco Central Europeo (BCE) para que el Estado se deshaga de su participación en la entidad no van a desaparecer. Aunque se pase de un 61,8% en Bankia con un control mayoritario a un 14-15-16% en el banco resultante, lo ideal para ambas instituciones siempre ha sido que el sector público no intervenga.
«Bruselas quería que el sector público saliese, en todos los países, de las entidades en las que entró por la crisis de 2007. Lo seguirá queriendo y le horroriza lo que suene a ayudas de Estado, aunque no creo que tenga ningún resorte legal para exigirlo. El BCE, en principio, no es quién para decir si hay que vender o no, pero seguro que quiere que la mayor entidad en España se gestione de manera independiente», señala Tajadura. De la misma opinión es Garrido, que defiende que «seguro que van a recomendar la venta» cuanto antes. «Para ambos y en especial para la Unión Europea toda entidad salvada con fondos públicos compite de manera desleal con el resto y debe, pues, ser devuelta al sector privado lo antes posible», comenta.
El Estado y Bankia
Lo cierto es que la intención del Gobierno respecto a mantener o no las acciones en la entidad resultante todavía es una incógnita, teniendo en cuenta que la operación aún ni siquiera se ha consumado. Pero hay un plazo que hay que cumplir para la venta de su participación actual en Bankia: finales de 2021. Aun así, esa fecha puede ampliarse en Consejo de Ministros.
Fuentes de la vicepresidencia de Asuntos Económicos explican que «no cambia nada ahora mismo». Es decir, que el plazo de finales de 2021 para vender el porcentaje público en Bankia y que pasaría más adelante al nuevo banco tras ser absorbida por Caixabank sigue vigente. No hablan de intenciones, solo de cumplimiento, en estos momentos, de ese plazo.
De hecho, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, señaló ayer en una entrevista en TVE que su objetivo es maximizar la cantidad a recuperar del rescate de 24.000 millones que se llevó Bankia -más BMN tras la integración-, dando por hecho ya que la recuperación total de esos fondos «está lejos». Una postura que contrasta con las peticiones de Unidas Podemos para mantener Bankia como banco público. Frente a ello, el jefe del Ejecutivo echó abajo esa pretensión al defender que la entidad pública que necesita y ya tiene España es el Instituto de Crédito Oficial (ICO).