Una poderosa herencia greco-romana; distintas monarquías visigodas conformando el Occidente y un pujante Imperio Oriental son los mimbres con los que Isidoro de Sevilla desarrolla, en el siglo VII, su actividad pública. Siguiendo a San Agustín afirma que existe un orbe cultural romano-cristiano y admira a Roma como unificadora de muy diversos pueblos.
La realeza es tema nuclear en su pensamiento. Considera que la monarquía debe valorarse con abstracción de quien, en cada momento, la personifica. El poder real debe promover la justicia, la unidad nacional y el bien común. Éste prima sobre el bien del Rey. Defiende que sólo una consolidada monarquía podrá lograr la difícil fusión de la multiplicidad de los pueblos peninsulares.
No considera que el Rey sea...
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