Según el New York Times, ha muerto Pete Hamill y no me lo puedo creer. Justo al día en que publican tantos pésimos periodistas, inicia su eternidad el genio de las rotativas al vapor, linotipo ardiente que siempre apeló a la honrada consigna de contar las cosas como son; justo al día en que se suman llamados a la censura o a la limitación de la libre opinión, se esfuma eterno el escritor de las historias veraces e inverosímiles, lo verificable e impalpable… pero sobre todo, Hamill el hombre afable y entrañable, amigo de México desde hace décadas, aunque nunca dejó de navegar Manhattan como una inmensa ciudad de ensueño y encantos.
Amigo de Frank Sinatra, pareja de Shirley Maclaine, testigo de la erupción de los Ramones y de los Rolling Stones, Pete Hamill realizó la penúltima entrevista al Dr. Martin Luther King y lo vio descender de un auto en Alambama en medio de un rayo de Sol, hace ya tantos años que hemos tenido que recordar que las Vidas Negras Importan tanto como todas las demás; realizó también la penúltima entrevista a John Lennon, rumbo al Dakota y a la intemporalidad donde hoy mismo se vuelve a juntar Hamill con Bobby Kennedy, desde que se dejaron de ver —a dos metros de distancia— cuando el asesino apoyó su revolver en el brazo izquierdo de Pete que venía caminando de espaldas, mirando a Bobby a los ojos, en la entrada de una cocina que ha quedado sellada en la amnesia.
Hamill honraba la vieja máxima del gran periodismo que reza que “Quizá escribas más rápido que yo, pero no mejor; y quizá escribas mejor que yo, pero no más rápido”. Por ello cuajó reportajes y crónicas, ensayos y columnas de inmensa calidad literaria y ahora estará riéndose del mundo al lado de Jimmy Breslin, ambos maestros del cierre: de los que cuajaban las notas al filo del cierre del linotipo y esperaban el amanecer para leerse a sí mismo antes de que se secara la tinta y por lo mismo, Hamill cocinaba novelas y cuentos a fuego lento, en tono de ficción allende la verificación de su oficio. Sobre todo fue un gran ser humano, Maestro mayúsculo y Amigo invaluable… y yo no paro de llorar.