En una entrevista, realizada el 23 de enero de 1989 por el doctor James Dobson en el interior de la Prisión Estatal de Florida, Estados Unidos, Ted Bundy señalaba que deseaba exculpar a su familia y a la forma en que lo educaron.
“Crecí en un hogar maravilloso con dos padres dedicados y amorosos… (…) Ellos no fumaban ni tomaban y asistíamos regularmente a misa. No hubo abuso físico ni peleas en el hogar. No estoy diciendo que todo fuera perfecto, solo que era un buen hogar cristiano”.
La conversación ocurrió un día antes de la ejecución del hombre que asesinó, oficialmente, a 36 mujeres en siete estados de la Unión Americana, entre 1973 y 1978. El entrevistador, el señor Dobson, fundó la organización cristiano evangélica Focuson the Family (Enfoque en familia), y al momento en que se dio aquella charla era un activista entusiasta contra la pornografía.
Con las horas contadas, Bundy colaboraba en todo lo que le pedían, pues tenía la idea de que podía obtener la permuta de pena de muerte por prisión de por vida.
Entre la gente que conoció al multifacético homicida existe el consenso general de que era un “manipulador encantador”.
Frente a Dobson, por ejemplo, le explicó que la pornografía envenenaba la mente del que la consumía. Indicó que, en su caso, el hallazgo de un paquete de revistas Pulp en un cesto de basura lo había perturbado tanto que, de las portadas de mujeres en ligueros, atadas con cuerdas, con expresión de horror, pasó a la pornografía dura. Antes, añadió, de salir en busca de una nueva víctima se embrutecía con alcohol y hardcore.
Para Katherine Ramsland, profesora de psicología forense y justicia penal en la Universidad DeSales, en Pensilvania, “cualquier cosa puede influir en el desarrollo de la violencia en alguien que se convierte en un asesino en serie, incluida la Biblia”.
Lo cierto es que Bundy no mostró arrepentimiento por sus actos y tampoco aceptó responsabilidad moral por ellos. Siempre tuvo una versión a modo según quién le preguntara por qué se había convertido en un asesino serial: por su abuelo abusivo; la ausencia de un padre biológico; la pornografía; la sociedad; la violencia en los medios, e incluso por las víctimas, pues no soportaba la vulnerabilidad que mostraban algunas de ellas.
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