<p>Escuchar a una ministra de educación decir lo que dijo, en su día, en el Congreso de Escuelas Católicas es una prueba de que no ha leído la Constitución y, si la ha leído, no ha entendido el contenido del artículo 27. Sinceramente me siento avergonzado de tener una “ministra estorbo”. La desorientación de esta ministra me causa estupor. Está claro que “no hay ningún viento favorable para el que no sabe a qué puerto se dirige”.</p>