No veía un encuentro tan cordial y lleno de elogios entre los presidentes de México y Estados Unidos como aquel que se dio entre George Bush padre y el ex presidente Carlos Salinas, en el marco del arranque del Tratado de Libre Comercio (TLCAN) hace 26 años en 1994.
“El mundo también observa cómo el Presidente Salinas guía a México a través de una era de reforma sin precedente. Como el águila Azteca, México se eleva como un gigante del siglo XXI más grande que nunca. El nacimiento mexicano ha comenzado”, fueron las palabras expresadas en el discurso oficial por parte de el mandatario norteamericano, quien se refirió a la relación de ambos países como la de una familia.
Ayer no fue muy diferente la postura de Donald Trump, pese a ser un presidente que desde su campaña se ha dedicado a proferir maledicencias en contra de nuestra nación, que no le ha importado desde sus redes sociales amenazar con subir los impuestos a producciones mexicanas de no frenar la inmigración al país, de asegurar que México pagaría el enorme muro que instala en la frontera sur de la Unión Americana.
Pero ayer Trump en su discurso dijo que “La relación de Estados Unidos y México nunca ha sido tan estrecha”. “Fue elegido para luchar contra la corrupción y para devolver el poder al pueblo... Ambos tenemos el interés de poner a nuestros países primero... Usted lo hizo, yo lo hice”, dijo el republicano dirigiendo su mirada a López Obrador, a quien elogió por estas acciones.
“El potencial futuro de Estados Unidos y México es ilimitado”, continuó Trump al expresar sus halagos y se refirió a los mexicoamericanos como gente increíble y trabajadora. Pero la serie de halagos mutuos no paró ahí pues el presidente López Obrador dijo que “en la historia de nuestras relaciones, hemos tenido desencuentros y hay agravios que todavía no se olvidan, pero también hemos podido establecer acuerdos tácitos o explícitos de cooperación y de convivencia”.
“Hemos venido consolidando nuestras relaciones económicas y comerciales, así como nuestra peculiar convivencia, a veces de vecinos distantes y otras de amigos entrañables”.
Es cierto, el encuentro no fue, afortunadamente lo digo, negativo, analistas presagiaban un desencuentro sin embargo al fina pese a la pandemia, los desencuentros y la posición algunas veces de sometimiento por parte del ejecutivo estadounidense, nada de eso salió a la luz y da una bocanada de aire fresco al arranque ríspido que tuvo el nuevo T-MEC.
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