Para mis hijos
Luis Guillermo y Marialicia
Al tiempo que Ghana revela el terrible documento Rockefeller que (en 2015) detalla toda la verdad de lo que hoy sucede, Monterrey, víctima de sí misma, se dirige al desastre económico por paros y arranques inopinados e indeterminados, los talibanes de la salud pública (el gobernador Rodríguez y su secretario De la O) refuerzan medidas de confinamiento y de inamovilidad que ni la OMS recomienda.
Como aprendices de brujo usan formas vindicativas de dirigirse a la población, gestos impostados para aparecer hostiles, violentos en sus redadas (así los interpretan sus policías), decididos a llegar hasta el paredón con tal de “salvar vidas” de los “irresponsables” que “andan como si nada” (sic).
Aunque por otra parte ahoguen sus propósitos en las contradicciones inherentes a sus ocurrencias: está bien atiborrar transporte público, pero no acudir a restaurantes; salir en el día, pero no de noche (¿?); vetar parques y jardines, aunque éstos sean reservorios del aire puro que requieren justo los sectores vulnerables de los que se dicen celosos guardianes. Y mientras tanto la economía regional cae como castillo de naipes por el equivalente en su población al 0.00016% de pacientes fallecidos, víctimas (o apropiados de una etiqueta pagada) del covid-19.
El curso alterno sería llamar a la población a que, sin demora al primer síntoma y dentro de las primeras 48 horas, previa consulta y protocolo tomaran ciertos antigripales. Pero esto sí abriría el camino a una mejoría y por eso no lo adoptan.
Fiel acólito de la OMS, De la O se enfrascó en una oda televisiva a sí mismo y al inútil cubrebocas, al hacer una perorata para invalidar un antiguo medicamento antiparasitario que está causando sensación en círculos clínicos alternativos (Ivermectina) por la tasa de éxito (del 100%) en la recuperación de pacientes covid-19 en tiempo récord.
El autoelogiado De la O, ensalzado a sí mismo por “velar” la salud de los regiomontanos, sin embargo, descalificó la Ivermectina (“solo es para piojos”), diciendo que el medicamento estaba en etapa de pruebas en NL cuando hace por lo menos cuatro meses que el Ministerio de Salud de El Salvador ya utiliza masivamente la Ivermectina y la distribuye en forma gratuita (es de muy bajo costo: 126 pesos en México, hasta que las farmacéuticas transnacionales maniobraron para ocultarla), en un kit que allá entregan a todo paciente no grave para cursar la gripe covid-19 de forma ambulatoria, administrado junto con Acetaminofén, Loratadina, Zinc, Aspirina, Vitamina C, D y Azitromicina, en dosis indicadas.
En ese sentido, Monterrey se suicida porque habiendo en su área cuatro prestigiadas facultades de medicina, hasta ahora ninguna ha levantado la voz para hacerle ver al gobierno bronquista y a la sociedad que el confinamiento no es solución, que se ha adoptado un curso terapéutico que solo logra cadáveres intubados sin preguntarse: ¿por qué mueren y no logran salvarlos?
Tampoco han advertido de la inutilidad del cubrebocas, que sí hay alternativas terapéuticas (como la mencionada Ivermectina o la Hidroxicloroquina), y han preferido desacreditarlas y exhibir su apego a la ortodoxia médica.
Las autoridades –incluso las municipales– con el contubernio de una mayoría de medios manipulan las cifras para acrecentar el pánico en la población y hacerla más dócil a nuevas medidas draconianas aun y por encima de la Constitución. La excepción es el municipio (priista) de Apodaca con un discurso algo apaciguador del miedo colectivo.
La sociedad regia, por su parte, sufre cuando más las necesita, sus carencias de criterio crítico, de cultura general, de sometimiento por décadas a la voz de los “expertos”, de asimilar sin cuestionar las disposiciones de la autoridad, que a su vez con ese cheque en blanco hoy hace lo que le viene en gana. El miedo a la muerte le ganó al espíritu regio.
35 años y adiós
Una noche por encima de los cráteres abiertos a la construcción de la Macroplaza (que no resistió llamarse aquí como en Coahuila: Gran Plaza) se paraba el fallecido escritor Juan de la Cabada, a quien yo entrevistaba para El Porvenir. ¿Te imaginas –dijo a su esposa que nos acompañaba– un video donde aparezca una toma abierta como la que vemos y que al recorrer la ciudad entera transcurrieran imágenes de Monterrey desde su fundación hasta hoy?
Guardada toda proporción algo parecido realizó este columnista en Milenio a lo largo de 35 años “Entre Pares”, es decir entre iguales, bajo cuya premisa periodística posé una mirada crítica y analítica del devenir de Monterrey a través de los más diversos sucesos. Hoy me toca despedir este espacio, pues he sido avisado que se dejará de publicar por criterios de empresa. Un abrazo a todos los lectores a los que traté de servir y un reconocimiento a los directivos por la libertad ejercida.
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