El sábado se registró en diversos puntos del país una caravana simultánea en rechazo a las políticas del Presidente Andrés Manuel López Obrador, una manifestación que busca, textualmente dicho, derrocar al tabasqueño. Dudo que lo logren.
Lo primero que voy a apuntar después de mi actitud dubitativa, hay que decirlo, es que se dio con sana distancia de por medio porque fue a bordo de vehículos.
En la marcha virtual de las redes sociales, esto les pareció muy fifí debido a que no fue como los peregrinajes del político de Macuspana, sino que fue en Cadillac, Audi, BMW, pero la contingencia del coronavirus les dio el argumento perfecto para no verse tan superficiales; además es muy común en la derecha este tipo de caravanas.
Por otro lado, ¿pues cómo querían que fueran nuestros paps?
Además de subrayar el supuesto clasismo, el activismo digital minimizó la convocatoria que, creo, fue precisamente por la decisión de hacerlo a bordo de autos lo que limitó la participación.
La marcha es un antecedente legítimo de la oposición, digo, para los que creían que las protestas eran monopolio de la izquierda, que si me preguntan, se sintieron incómodos… pero no me preguntaron, ¿verdad?
La provocación opositora surge con la creación del Frente Nacional Anti AMLO, un organismo ciudadano que busca derrocar al Presidente. Detrás de este misil político se encuentran Gilberto Lozano, quien fue parte del Consejo de Administración de Femsa y fundador del Consejo Nacional Ciudadano, así como el periodista Pedro Ferriz de Con; su hijo Pedro Ferris Hijar, Rafael Loret de Mola, el empresario Juan Bosco Abascal y el académico Salvador Mendiola (Texto publicado en Milenio el 29 de mayo).
A media semana varias figuras se deslindaron, principalmente comunicadores, que si bien simpatizan con el objetivo, prefirieron no prestar su imagen.
El negrito en el arroz, para mi, es el pésimo argumento de “evitar un gobierno comunista”, porque la derecha cuando iracunda, nubla su objetividad, y un día ven a Obrador como comunista y otro como priista. Lo demás tiene su derecho.
Aun con sus vanidades, el frente y su todo fortalecen el contrapeso político, generan una sana democracia, aunque dicho sea de paso, remarca la terrible división clasista del país.
Veremos el impacto, pero el golpe, “haiga sido como haiga sido”, se dio.