No se ha lidiado una corrida de toros tan seria en lo que va de Temporada Grande en La México. El encierro de Barralva, de encaste Atanasio, tuvo las salidas propias de esta sangre y no se lo puso fácil a los toreros en las faenas, en una tarde en la que José Mauricio se alzó triunfador.
El pánico apareció en la cara de los espectadores, especialmente la de quienes se encontraban en primera línea y en las personas que ocupanba burladeros cuando el cuarto astado, «Pitito II» de nombre, un tío de 504 kilos, cruzó en su querencia mansa hasta el callejón en un salto propio de una olimpiada. Impresionante. En aquel instante, palidecieron los que se encontraban cerca, con «Pitito» barbeando la barrera, dando prácticamente con las patas delanteras y su cabeza sobre los tejadillos de los burladeros. El susto acabó con una persona herida y en la enfermería, donde se le apreciaron varias contusiones.
Recibió luego dos puyazos este toro, que mostró buen tranco, y al que El Fandi quitó por rumbosas chicuelinas, según la crónica de «Mundotoro». Comprometido y esforzado tercio de banderillas del granadino ante un toro que cortaba el viaje. De compleja embestida, el animal tuvo un final de muletazo feo, echando la cara arriba. El Fandi anduvo esforzado por intentar extraer muletazos pero no hubo forma de lucimiento. Tampoco tuvo suerte en el primero, este de menor remate y a la defensiva.
José Mauricio se ganó abrir la Puerta Grande de la Plaza México por una tarde cabal en la que exhibió dos caras: la naturalidad, la estética, el temple y la verticalidad en la dulce faena al enclasado y muy buen tercero; y el valor, el poder y la entrega frente al exigente y difícil sexto, que le propinó una fortísima voltereta al entrar a matar. Una emotiva tarde que el torero comenzó entre lágrimas (ya desde el paseíllo) y que finalizó al borde del llanto al ver que se le concedían las dos orejas tras dar una vuelta al ruedo en su primer turno.
Una oreja paseó Fermín Rivera por una faena de clase al buen quinto de Barralva.